lunes, 5 de julio de 2010

Por el amor de Tymora!

Os lo avisé y ha ocurrido.

El caso es que nada lo hacía presagiar pero no se puede evitar, siempre saltamos de la sartén a las brasas. No os preocupéis, comenzaré por el principio:

Era más que evidente que esos dos gólems que teníamos ante nosotros guardaban algo, y que sólo obedecerían a la palabra de su amo. Pero no la conocíamos (¡si al menos hubiéramos leído esas cartas!).

El caso es que nos encontramos enfrascados en otro maldito combate donde, casualidad, los hechizos de Pharaun son inútiles, y los demás somos meros espectadores del devenir de los acontecimientos.

Por "demás", como es obvio, me refiero a todos excepto Társis que, como ya es costumbre, es el encargado de despedazar esos dos malditos constructos, y de Eltman, cuyas canciones tratan de ayudarnos a salir con bien del combate.

Bien es cierto que Edward, Thorgar, Tamark, y yo mismo, tratamos de ayudar en la medida de lo posible, pero me temo que nuestros esfuerzos son más bien infructuosos.

Quizá salgamos de esta, quizá no, pero me temo que es cuestión de tiempo: Hemos alcanzado tal grado de dependencia de nuestro amigo Társis que, en caso de que cayera y fuera a reunirse con Tempus, todos lo seguiríamos inequivocamente e iríamos a reunirnos con las almas de los difuntos en menos de lo que se roba una bolsa...

Confieso que a mí, que me considero un tipo pragmático, un superviviente, esta situación ha llegado a quitarme el sueño: ¿Estamos realmente preparados para los desafíos que afrontamos?

De forma habitual, nos lanzamos a lo desconocido sin tener apenas idea de lo que nos espera y de qué modo vamos a afrontarlo.

En nuestros últimos encuentros hemos enfrentado el desastre y lo hemos mirado a los ojos, fijamente, para salvar el pellejo milagrosamente instantes después: el combate con los demonios, el orbe mágico, los dopplegánger, la bestia trémula, ¡la dichosa cría con sus bolas de fuego! incluso algunos querían enfrentarse al Dragón Negro que encontramos a través de las alcantarillas... y ahora esto. No es ni más ni menos formidable que los retos que nos hemos encontrado hasta ahora pero... ¿dónde están la riqueza y las canciones?¿dónde el poder y la gloria?

Emprendí esta vida de forma voluntaria, bien es cierto, pero cuando me lancé a los caminos esperaba algo más que ir de combate en combate, de trabajo en trabajo, día a día, y sin que un ápice de grandeza me tocara.

No, no, no me malinterpretéis, amo la aventura. La adrenalina que recorre tu cuerpo y te sube a las nubes. La sensación de peligro que te hace sentir más vivo en un sólo instante de peligro que en 100 años de vida tranquila... pero pienso en el futuro. Pienso que si mi señora lo quiere, llegaré a viejo, y para entonces querría una pequeña casita, rodeada de árboles y un pequeño huerto, donde poder pasar las tardes recordando tiempos mejores al calor de un buen fuego mas ¿cómo lo conseguiré? Me temo que no queda otra que esperar un golpe de suerte o que la muerte me llegue, buscando esa gloria esquiva que no llega...

Odio ser aventurero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario